He me aquí sentado en mi torre de mármol, inalcanzable, invariable como siempre lo quise, en el lugar justo donde mis fantasías y pensamientos se combinan para traerme una realidad, más real que la que vivo día con día, una realidad que solo comparto con aquellos allegados a los cuales osaría llamar hermanos , aquellos conocen esta tierra de fantasía y gloria, pero a su vez me invade la soledad, esa sombra negra que siempre ha cubierto mi vida, la cual siempre me ha mirado a lo lejos cual sombra de la muerte que sabe que tarde o temprano llegare de nuevo a su dominio sin poder escapar del todo, ella sabe que, por más que me aleje o intente huir de ella volveré a caer en sus tenebrosas manos las cuales disfrutan cada vez que regreso a ella, para así volverme a hundir en el océano en el que habita, donde nos logramos conocer a si mismo pero a la vez la desesperación toma control sobre nuestras vidas y la impotencia hace su festín frente a nosotros con desprecio y risas. Y te muestra como tú eres diferente de las demás personas a las cuales acompañaste a lo largo del camino, porque solo a ti te cuesta deshacerte de la sombra que te rodea la cual se posa sobre tus hombros y te muestra como las personas ya van en diferentes camino sin su soledad, acompañadas, pero tú no, tu compañera es la soledad cual sombra que cubre el sol y pone la oscuridad a tu alrededor, cual eclipse que opaca toda luz y del cual piensas que nunca acabara que ese sol no volverá a salir, es ahí cuando tus rodillas se doblegan y caes al suelo en el festín de la impotencia , y gritas cual grito desgarrador de una madre al alejarla de su hijo, y miras como los presentes simplemente ríen de ti, cual bufón de rey destinado a vivir en desdicha para la satisfacción de otros, pero recuerdas porque te encuentras aquí en tu torre de mármol en compañía de la sombra fúnebre y en el festín, recuerdas que has salido de todo y esas personas que te ayudaron a salir, simplemente te olvidaron como se olvida al pan viejo, el cual nadie quiere comer, el cual es sustituido por uno más nuevo para siempre conservar el sabor, ese sabor que hace feliz tu vida.
Pero aun en la hora más oscura y acompañado de todo esto solo puedes reír y no reír de desesperación, reír con esa sonrisa que solo un loco se atrevería a tener ante una situación de vida o muerte, reír tanto que llores de felicidad, porque en lugar de hundirte sientes como vas saliendo, como todo mejora, como después de la hora más oscura viene la luz, y a pesar de todo un guerrero abraza su soledad, se ríe de ella y continua luchando hasta que ella, lo abandone con una sonrisa en su rostro por la batalla tan épica que se libró y en la cual ella supo que nunca podría ganar, ante un guerrero tan excepcional.